Las emociones se entremezclan con nuestros recuerdos y los marcan en positivo y en negativo, alertándonos ante las claves de nuestra experiencia presente.
Nuestras emociones constituyen un sistema que nos permite calificar en positivo y en negativo nuestras experiencias vitales; esto se consigue gracias a la participación del Sistema Nervioso Autónomo, que nos proporciona las claves sensoriales corporales que acompañan a cualquier emoción. Así, nuestras constantes vitales, tales como la frecuencia respiratoria y cardíaca, la temperatura corporal y el tono muscular, variarán exhibiendo un patrón propio de cada emoción. Estos cambios corporales son justamente los qué nos hacen "sentir".,
Las emociones entremezcladas con nuestros recuerdos, afloran en las viviencias actuales en forma de sensaciones viscerales, cuando las circunstancias presentes comparten claves comunes con aquellas experiencias pasadas que nos marcaron. anticipándonos de este modo aquello que está por venir, aquello que llamamos intuición...
Sin embargo, hay que tener en cuenta como en ciertas ocasiones la intuición puede no ser un recurso fiable. Y es que, en aquellos casos en los que ha existido un evento traumático ligado a la emoción, el umbral de activación de ésta frente a nuevas situaciones con cierto parecido, se disparará mucho antes de lo deseable, provocando una alarma inexistente la mayor parte de las veces, en una suerte de protección del individuo frente a potenciales amenazas percibidas.
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